El
término arte marginal fue acuñado por el crítico de arte Roger Cardinal en 1972
trasladando al inglés el concepto de Art Brut, que había sido concebido por el
artista francés Jean Dubuffet para describir el arte creado fuera de los
límites de la cultura oficial. Mientras que el término de Dubuffet era bastante
específico, pues su interés se dirigía especialmente hacia las manifestaciones
artísticas llevadas a cabo por pacientes de hospitales psiquiátricos, el
término outsider art se hacía extensivo a los artistas autodidactas o naïf,
aunque nunca hubiesen sido internados en una institución psiquiátrica.
El
artista marginal es por tanto aquel que desarrolla su labor creativa sin
contacto alguno con las instituciones artísticas establecidas, respondiendo a
una fuerte motivación intrínseca y haciendo uso frecuentemente de materiales y
técnicas inéditos. Una gran parte del arte marginal refleja estados mentales
extremos, idiosincrasias particulares o elaborados mundos de fantasía. Desde el
año 2000 el Premio Europeo EUWARD, que galardona a artistas mentalmente discapacitados,
viene proveyendo a este tipo de arte con un forum internacional.
Adolf
Wölfli, 1910
CARACTERISTICAS
La
entera concepción de un Art Brut o arte marginal descansa, en efecto, sobre la
premisa de un individuo creador que opera en gran medida despreocupado (e
idealmente desinformado) de las expectativas de los demás. La interioridad es,
en efecto, la clave de la mentalidad del auténtico marginal, cuya obra surge
principalmente de imaginar y elucubrar. Navegando a golpe de intuición, el
creador espontaneo solo atiende a su rumbo particular, y zarpa sin piloto en
una dirección que prescinde alegremente de convencionalismos tales como las
reglas de la perspectiva, la técnica «correcta» o los materiales tradicionales.
Asumiendo el pleno control del proyecto formativo, el sujeto creador orquesta
los contenidos psíquicos del mismo con arreglo a sus diseños personales,
desarrollando un repertorio característico de motivos y elementos que pasan a
ser los componentes de una arquitectura cerrada. Esa actividad autónoma y
apasionada implica también un esfuerzo sostenido de auto-constitución y
auto-consolidación, que equivale a un esfuerzo de auto-estabilización
terapéutica. Ése es el sentido en el que la obra de arte afirma su existencia
ante todo como refugio, ciudadela defensiva, nido íntimo. Más aún, puede
entrañar una acentuación casi autista de lo privado sobre lo comunicativo, de
suerte que el ocultamiento y los códigos secretos vengan a ser marcadores
añadidos de un compromiso creativo intenso.
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